Mientras tanto
Conversación con Amado, 10/09/2025.
Era 10 de septiembre de 2025. Tras un verano bastante tranquilo, tocaba empezar un nuevo curso, esta vez en el CEIP Maria Antònia Salvà, donde ya había trabajado tres años antes. Pero ese día ningún alumno acudió a clase. El día anterior, las familias de alumnos del centro habían tenido conocimiento de que sería yo quien cubriría la baja de la tutora de sexto de primaria. Una baja que podría alargarse, incluso, hasta final de curso. La noticio corrió como la pólvora y, en poco tiempo, las familias se organizaron para no tener que llevar a sus hijos a la escuela al día siguiente, y convocaron una huelga para los tres primeros días lectivos: 10, 11 y 12 de septiembre.
Al igual que ocurriera el curso anterior, la AFA se apresuró a llevar a los medios de comunicación su lucha por lograr que se me apartara de la docencia, llevando de nuevo al primer plano mediático el procedimiento judicial por acoso. Ante la perspectiva de tener que volver a pasar, quizás, un curso completo más preocupado por las habladurías y el ruido mediático que por la educación de mis alumnos, decidí llamar a la única persona que, tal vez, podría estar dispuesta a ayudarme a cambiar el rumbo de todo aquello: Amado, el padre de Diego.
Para entender el por qué de esta llamada, hay que remontarse al 27 de abril de 2024, trece días después del juicio por acoso. Aquel día recibí una llamada suya. Me llamó para pedirme disculpas por haber mentido en el juicio. Quería que supiera que nada de lo que dijo sobre mí lo pensaba de verdad. Necesitaba limpiar su conciencia. A diferencia del resto de familiares que, en mayor o menor medida, también mintieron para que se me condenara, él sí se sintió mal por hacerlo. No había vuelto a hablar con él desde entonces, pero podía imaginarme que ser testigo de la dimensión que había llegado a adquirir todo, sabiendo de su parte de responsabilidad en ello, no debía de ser algo de lo que se sintiera precisamente orgulloso.
Así que el 10 de septiembre de 2025, sobre las cuatro de la tarde, llamé a Amado para intentar una quimera: conseguir que tuviese la valentía de reconocer públicamente lo que ya me había dicho en privado o, al menos, sin ser tan explícito, algo que sirviera para poner un poco de cordura entre tanto ruido y desinformación. Decidí grabar la conversación. Por si acaso.
Para mi sorpresa, esta vez Amado sí parecía estar dispuesto a dar ese paso que nunca antes se había atrevido a dar. El martes 16 volvimos a hablar y estuvimos valorando la posibilidad de presentar un escrito en su nombre dirigido a los medios. Para entonces, el asedio mediático, social e institucional había ido escalando a una velocidad de vértigo: la AFA había logrado elevar a "asunto de Estado" su empeño en apartarme de la docencia, llamando la atención incluso de medios nacionales, mientras la propia Conselleria de Educación convocaba, otra vez, una mesa paritaria para obligarme a pasar una evaluación psiquiátrica que les diera margen legal para poder hacer algo, asegurándose esta vez el voto de los sindicatos afines y haciendo la vista gorda ante el absentismo continuado del alumnado. Ahora el caso ya tenía nombre propio: caso Roldán.
El miércoles 17 algo pareció cambiar en la buena predisposición de Amado, que dejó de contestar a mis mensajes y llamadas. Tener nuestra conversación grabada me daba tranquilidad: si finalmente se echaba atrás, siempre podría hacer uso de ella. Ya había estado valorando con mi abogado esa posibilidad.
Ayer, jueves 18, Amado siguió sin responder a mis mensajes del día anterior. Mientras tanto, cada día que pasaba daba pie a una nueva oleada de noticias, rumores, reportajes y declaraciones variopintas, como la de una madre que aseguró en TVE que se me había ofrecido seguir cobrando sin trabajar (ojalá) y lo había rechazado porque prefería tener contacto directo con menores. Ya había oído suficiente. Por la noche le propuse a mi abogado enviar la conversación con Amado a los medios al día siguiente, a primera hora. Me fui a dormir esperando su respuesta.
Y así es como llegamos al día de hoy, viernes 19 de septiembre de 2025. Como cada día, sobre las 6:30, la alarma de mi móvil me ha despertado al ritmo de Smells like teen spirit de Nirvana a todo volumen. Lo primero que he hecho ha sido leer la respuesta de mi abogado a mi mensaje del día anterior: "Me parece perfecto, hoy enviamos la conversación a todos los medios. Van a flipar". Nos ponemos en marcha. Al cabo de unas horas ya aparecen en algunos medios las primeras noticias sobre ello: «Vuelco en el caso Roldán: el padre del menor al que acosó reconoce que mintieron en el juicio». «Amado, padre del menor al que acosó Miquel Roldán: "Es injusto que, sin conocer a una persona, te tachen de lo peor del mundo mundial. Primero hay que conocer a las personas"». Sobre las 9:30 recibo el enlace de otra noticia: «La AFA del CEIP Maria Antònia Salvà convoca una reunión de urgencia para valorar las nuevas informaciones sobre el caso Roldán». A lo largo de la mañana recibo multitud de mensajes de apoyo por Whatsapp y redes sociales, como el de algún excompañero de SomRock: "No té nom el que t'han fet".
A media mañana, el diario Primer Minuto publica lo siguiente: «La AFA del CEIP Maria Antónia Salvà desconvoca la huelga: "El lunes todos los alumnos acudirán a la escuela"». En el desarrollo de la noticia aparecen declaraciones del presidente de la AFA: "Hemos decidido, por unanimidad, esperar a que la sentencia sea firme antes de volver a valorar qué acciones llevar a cabo. Mientras tanto, intentaremos recabar información más rigurosa sobre el conflicto jurídico de Miquel Roldán hablando con las partes directamente implicadas en él". Sobre las 13:30 me llega un enlace a una noticia del Semanario de Aquí: «La Conselleria suspende la mesa paritaria prevista para el lunes ante el cambio de postura de los sindicatos afines». En ella aparecen declaraciones del presidente del sindicato NAPE: "Nuestro deber es proteger a los docentes, no contribuir a su linchamiento público". También aparecen declaraciones del Conseller de Educación: "Es posible que nos hayamos precipitado un poco".
A las 14:00 suena el timbre y me dirijo a la salida del colegio. Allí, varias familias se han acercado para pedirme disculpas personalmente, e incluso algunos exalumnos de Son Sardina han venido a apoyarme. "Jo ja sabia que tu no eres així", me dice uno de ellos. También se acerca una niña pequeña, a la que no conozco, con un ramo de rosas negras entre sus manos. Cuando se aproxima, me doy cuenta de que las rosas están muertas. Me pide que me agache para entregarme el ramo y, cuando lo hago, me susurra algo al oído con una voz muy dulce: "Hoy han privatizado el amor, la nochebuena y el sol...".
Justo en ese instante, me he despertado. No era la voz de una niña, sino el sonido de la alarma de mi móvil que, como cada día, reproduce a las 7:45 una canción de mi lista de baladas para despertarme. Esta semana le ha tocado a Mientras tanto, del grupo Alea. Lo primero que he hecho ha sido leer la respuesta de mi abogado a mi mensaje del día anterior: "Publicar la conversación puede ser contraproducente. No es el momento". Me dirijo a la escuela, como en los días previos, fingiendo que no me importa en absoluto lo que esté pasando ahí fuera porque, por muchas personas que sean y mucho ruido que hagan, yo sé cuál es la verdad y ellos no. A lo largo de la mañana se suceden las noticias sobre el caso Roldán, como viene siendo rutina desde que empezó el curso: «Manifiesto contundente de padres y docentes de toda Mallorca: Roldán no debe ejercer como profesor». «El lunes se celebrará la mesa paritaria sobre la evaluación del estado del docente». La mañana pasa muy despacio, en un colegio sin alumnos por octavo día consecutivo. Pero la vida sigue su curso y, como cada día, a las 14:00 suena el timbre y me dirijo a la salida. Al arrancar el coche, me doy cuenta de que algo no anda bien. Me bajo del coche y compruebo que, efectivamente, alguien había pinchado mi rueda delantera derecha. "Hasta aquí hemos llegado", pienso. Si este es el mundo que le queréis dejar a vuestros hijos, os deseo mucha suerte. Adiós.